viernes, 26 de abril de 2013

Los misterios de Lavalle

En el 2007 tuve la fortuna de viajar a Argentina. Durante cerca de un año viví en la ciudad de Buenos Aires, que me enamoró por su creatividad y portafolio cultural. Contrario a las otras ciudades de las que les he hablado anteriormente, en Bs As no fui un turista. Allí caminé las mismas calles que caminan los porteños, comí los platos que comen los argentinos e, incluso, llegué a burlarme de algunos extranjeros. Mi plan ideal era salir los fines de semana al microcentro y extasiarme con los teatros de la calle Corrientes. El caso es que nunca tuve dinero para entrar a una obra. Sin embargo, un día, caminando por ahí, crucé Corrientes y me encontré con un pasillo menos popular, pero definitivamente más afín a mi situación económica, Lavalle. Si Corrientes es el pasillo de los teatros, Lavalle es el de los cinemas. Fue un descubrimiento maravilloso, porque se convirtió en mi plan favorito. Y puedo dar fe de que en más de una ocasión, la película que elegía ver estaba exclusivamente proyectada para mí. La paradoja, sin embargo, es que a pesar de que disfrutaba mucho la soledad, durante ese viaje llegué a tal extremo que, con frecuencia, pensaba que la película que había elegido sería sobre mí, es decir, que era mi historia: yo, conociendo Buenos Aires, descubriendo los cinemas de Lavalle, entrando a las salas en solitario, descubriéndome en una película que narraba mi historia. Ese pensamiento derivó en un microrrelato que escribí años después y otros tantos antes de esta anécdota, al que llamé "Laberinto" y que está presente en mi libro.

miércoles, 24 de abril de 2013

Las puertas cerradas

Me aterran las puertas abiertas. Me estremecen, especialmente, las de la casa de la tía Etelvina. Cada vez que la visito y encuentro una habitación sin cerrojo, me acerco palideciendo de miedo y, sin mirar al interior, cierro la puerta de un golpe seco. Sin embargo, con el paso de las horas, no sé si es mi memoria la que me juega una mala pasada o si es el viento el que contribuye con la reapertura del portón: al recorrer de nuevo los pasillos, suelo encontrar el cuarto que juré cerrado con su puerta de par en par. De nuevo, me acerco, tirito y, esta vez, asegurándome de poner el seguro, clausuro la habitación. Firme, me ubico al frente del cuarto cerrado, pero no pasa más de un minuto cuando siento de nuevo las piernas temblar, al observar la manija de la puerta moviéndose con torpeza para regresar a su espeluznante estado natural.

viernes, 19 de abril de 2013

Antologado talenturoso

Quizá ya lo saben. Muchos autores de estas lides lo han comentado en sus bitácoras personales o lo han compartido por las redes sociales. El caso es que eso no me quita la felicidad de dar, una vez más, el salto del blog al papel. Talentura, una editorial independiente a la que me le quito el sombrero por la valentía, y con la coordinación de Manu Espada y Rosana Alonso, acaba de informar el título de su próximo libro a publicar, De antología. 

En él, estaré presente con dos microrrelatos aún inéditos en el blog (al lado de 68 escritores y amigos que admiro) y secretos hasta que salga publicado el libro. Lo que les puedo contar son sus títulos: "Origen"y "¿Entonces te vas?".

Comparto alegría y sonrío.

viernes, 12 de abril de 2013

El Palacio de Versalles

Pocas veces en mi vida he quedado tan impresionado como cuando conocí el Palacio de Versalles en Francia. Sí, el mismo que hizo ‘Rey Sol’ a Luis XIV, el mismo que vio desfilar a toda la realeza europea a través de El Salón de los Espejos, el mismo en el que residió el mito de María Antonieta, el mismo que testificó la furia de los rebeldes franceses. Es, en una palabra, impresionante. Sus habitaciones son una oda al lujo; sus pasillos, una evocación de la riqueza; sus jardines, una obra de arte al aire libre. Tal vez por su exacerbada inclinación hacia la suntuosidad, me fue tan difícil comprender el por qué la familia y los invitados reales, en las tremendas bacanales que organizaba el Rey, terminaban usando las cortinas del Palacio como baños de turno.

miércoles, 10 de abril de 2013

Encadenada

Solo cuando usted termine esta historia, entenderá por qué nunca debió haberla empezado. Sobre mí, el autor, pesa una terrible maldición: un segundo después de que la termine, moriré. Usted no alcanzaría a contar las veces que la he recomenzado. Con el evidente temor de que el fin de mis días me alcanzara, he prolongado la agonía por páginas que han alcanzado los cinco dígitos. Sin embargo, el tiempo ha pasado y viejo ya, cansado de escribir sin pausa, decidí que la versión definitiva fuera breve. No está de más traer a colación la variable más relevante de la imprecación: su traslado definitivo sobre aquel que se encuentre con mi punto final.

viernes, 5 de abril de 2013

101

Mi vecino del 101 está loco. No lo digo yo, sino los demás vecinos. Aseguran que cada mes compra un gato nuevo para apaciguar su soledad. Si los cálculos no les fallan, ya debería contar con cerca de veinticinco mininos destrozándole el apartamento. En honor a la verdad, yo no he visto ni un miserable gato, pero al pobre ya lo amenazaron con los defensores de animales si no se va con sus mascotas. Yo, la verdad, no sé por qué lo molestan tanto. Deberían preguntarle a los porteros. Ellos, en realidad, sí saben lo generoso que es. Yo mismo los he visto disfrutando encantados el caldo de sopa que les prepara con cierta periodicidad.

miércoles, 3 de abril de 2013

Rarezas de la reflexión IV

Mi espejo no refleja cómo me veo, sino cómo me siento. En eso radica el conflicto diario al que me veo enfrentado cuando me miro en él. A mala hora se me ocurrió comprárselo a ese viejo en la feria de antigüedades. El caso es que ya no me puedo deshacer del perverso objeto. Por más que quiera arrojarlo lejos, no puedo evitar querer ver cómo será mi rostro cuando consiga todo lo que he soñado después de todos estos años. Hasta ahora —lo reconozco—la situación es desalentadora. El maldito espejo solo me devuelve la imagen de la frustración.

Aprovecho este microrrelato para invitarlos a La Inter, donde hoy publicamos Destellos en el cristal, una antología exclusiva de 77 microrrelatos con autores de todo el mundo que tienen al espejo como temática central. Allá los espero.