viernes, 26 de septiembre de 2008

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Esteban, el optimista, le dice a Dublín que llegó a la edad soñada, al inicio verdadero del erotismo y que irá desde los besos descarnados en lugares antes prohibidos, hasta las uñas asesinas que se quedarán en la espalda junto a gemidos prolongados de noches que no han sido bautizadas y por eso pecarán sin remordimiento. Dublín, el pesimista, le dice Esteban, sin embargo, que llegó al cuarto de siglo y que tan sólo bastan 75 años más para alcanzar al centenario, para encontrarse de frente con la decrepitud y con ella, a la incontinencia, a la tos seca, a la ceguera. Sólo tres veces los años que llegan hoy para sentarse solitario en un sillón y mirar a los ojos, irremediablemente, al fatídico y despiadado olvido.

martes, 23 de septiembre de 2008

Poa

A Esteban Dublín, el escritor de microcuentos, la vida está a punto de restarle un año. Para eso no pide un postre de arequipe, ni una llamada de sus amigos de infancia y ni siquiera un triunfo de su equipo favorito. Sólo que ese día ella vuelva junto a él para empezar a escribir, de nuevo, la única historia larga que quiere contar. O tan corta, al menos, como el resto de vida que le queda.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Jitler VII: al borde de la muerte

Pues, parce, el man antes duró. Porque era muy de buenas la gonorrea esa. Al pelao lo buscaba mucha gente y pues una vez casi lo quiebran. Me contó que una vez entre cuatro manes lo acorralaron en una calle. Los manes tenían chuzos, lo empezaron a cascar con todo, lo patearon y hasta lo orinaron. El man me dijo que pensó que hasta ahí llegaba. Pero mire usted cómo son las cosas. En esas pasó la tomba y ninguno de los manes fue capaz de darle chumbimba al Jitler. Se aculillaron los muy maricas y se fueron empitados. Cuando los tombos lo estaban ayudando a levantarse y llevárselo a la estación, el Jitler se le soltó a uno de los tombos, le quitó el fierro y le disparó a uno de los perros que lo estaban cascando. No me pregunte cómo hizo, el caso fue que ya sólo le quedaban tres. (Continuará)…

martes, 16 de septiembre de 2008

Gadejo

Cuando Naranja, como le dicen sus amigas, llega del colegio los viernes, es la niña más querida y amorosa del mundo. Besa a su padre, abraza a su madre y le prepara las onces a su hermana. Su ánimo se transforma, se divierte, y sus amigos se pelean para salir con ella. Su carisma le vale para tener más de un pretendiente que incluso ante sus desplantes la siguen llamando. El sábado es una locura. Naranja no para en su casa y realiza todo tipo de actividades desde muy temprano hasta la madrugada del día siguiente. Todos la adoran. El domingo, sin embargo, Naranja empieza a sentirse mal. Su madre ya sabe lo que le ocurre y se vale de algunos trucos para lograr que se tome un vaso de leche y dormirla. En la noche, a pesar de eso, Naranja se levanta de su cama, despierta a sus padres y les insiste que está muy enferma para volver el lunes al colegio.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Jitler VI: la bomba

No le digo que no. Con todo lo que me había contado, comprobando que lo que decía la gente por ahí era verdad, yo ya le tenía miedo al Jitler. Es que imagínese, parcero, imagínese que a usted le pongan el apodo del cucho que mató a tanta gente. No, parce... A lo bien que yo no sé quién era el man, pero algo me contó un amigo que pudo estudiar. El holocausto, ¿sí o qué? Bueno, el rollo es que esa vez el Jitler puso una bomba y mató como a 300 personas. Esa dizque fue una de las grandes. Pero no crea que se la encargaron. No, parce, lo que pasó fue que el mancito se enteró que unas pintas ahí le iban a quitar la casa a la mamá. Y pues que se le metan a uno con la cucha, pues no aguanta. Eran como ocho manes no más, pero nada, paila por el resto porque no tenían nada que ver. No sé cómo habrá hecho pa' conseguirse la bomba el malparido ese. El caso es que esa noche fue negra, parcero, fue negra porque mi novia estaba ahí. (Continuará)…

lunes, 8 de septiembre de 2008

Resistencia

Cuando todos salen del cuarto, Marina Serranilla se seca una lágrima con su pañuelo y se suena. Se dirige al fondo de la habitación y, luego de dos noches de dolor e insomnio, le espeta las únicas palabras que le salen al féretro de su marido: “Dime algo, ¿o es que acaso ya no me quieres?”.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Jitler V: puta

El pelao se iba de putas a cada rato. Tan chiquito y tan arrecho. Es que claro, usted lo veía y dice que es un pelao, pero no crea. Es que la vida le dio duro. La primera puta que se comió fue a los 13 y me dijo que le quedó gustando. Qué vaina, porque uno con esas viejas nunca sabe. No es que yo nunca me haya comido una, no me crea tan marica. El caso es que una vez el Jitler estaba muy borracho y se quiso comer a una sin caucho. Y pues nada, la vieja naranjas. Entonces me dijo que sacó una navaja y que la vieja se timbró. Le dijo mamámelo o te chuzo. La vieja se asustó, ¿sí o qué?, y parece que al pelao no le gustó la mamadita. Luego le vetaron la entrada. ¿Cómo iban a seguir recibiendo al malparido que les había matado la amiga? (Continuará)...

martes, 2 de septiembre de 2008

El músico

Usted no se imagina lo buen músico que es mi hijo. Tiene que escucharlo. Hace ya un buen tiempo que le regalé su primera guitarra y le pagué un profesor. Al poco tiempo se aburrió de él. Es que usted lo viera cómo aprende de rápido. Tiene que verlo, de verdad. Lo de él es la música… ¿Qué? No, no me cambie el tema, doctor. Mire que hace dos añitos más o menos le compré una organeta lindísima, la viera… ¿Qué si lo he visto tocando? Mmmm, déjeme ver, pues no, no, pero lo que pasa es que él toca cuando yo estoy trabajando, es que él es más bien tímido, ¿usted sabe, no? Los espacios del artista que llaman. De cumpleaños le voy a dar una armónica para que pula la afinación. ¡Ah, es que usted lo viera tocar!… ¿Qué dice, señor? ¿Que si se lo puede llevar a jugar fútbol a Italia? No, no, no. No me cambie el tema, doctor. Es que tiene que escucharlo, de verdad. Un día de estos lo voy a invitar a verlo. Usted no se imagina lo buen músico que es mi hijo.